Ma. Azucena Feregrino Basurto
El estudio de los trabajadores performáticos botargas y “estatuas humanas” que laboran en la calle de Madero de la Ciudad de México representa una oportunidad para generar conocimiento teórico-empírico sobre un grupo laboral atípico poco abordado desde los estudios del trabajo. El análisis, basado en el concepto de “Trabajo no clásico”, nos permite enriquecer su estudio a través de las dimensiones emocional, estética y cognitiva. Por otro lado, el abordaje espacial de su estudio no solo es pertinente, sino también relevante en los estudios de trabajo, pues admite el análisis del componente jurídico y formal del uso del espacio público para actividades performáticas remuneradas al nivel de calle. También, nos lleva a analizar el componente informal en el uso del espacio público, que podrá observarse a través de estrategias, negociaciones y acuerdos entre distintos actores, de diferentes niveles, como los que se convienen con representantes gubernamentales, de organizaciones gremiales, etc. La complejidad del proceso de trabajo, de sus objetivos, de los sujetos que intervienen, sus interacciones, y de los espacios que utiliza, hacen atractivo el estudio de estos trabajadores desde la perspectiva del “Trabajo no clásico”.
Mediante la Antropología del Arte, se propone la actividad performática de las y los trabajadores botargas y de “estatuas humanas” como un arte popular y marginal. Se busca ir más allá del análisis tradicional del “valor” estético y comprender su proceso creativo como relacional y colaborativo. Partir de una visión no-restrictiva del trabajo artístico admite analizar la constitución marginal de este tipo de actividades performáticas. Bajo ese análisis, mucho más integral, consecuentemente, se contemplan también una serie de relaciones entre diversos agentes sociales vinculados con la producción de obra, entre los que se destacan: las y los trabajadores performáticos, el público, diversas instituciones, asociaciones y agrupaciones, además de otros agentes no involucrados directamente en su mundo creativo. Tales relaciones habría que observarlas no necesariamente como cordiales y faltas de antagonismo, discrepancias y luchas de poder. Por lo contrario, si bien existen acuerdos y convenciones, éstos pueden originarse a través de negociaciones, enfrentamientos y, hasta, por imposiciones. Por último, la antropología del arte nos permite prescindir de estructuras jerárquicas a través de prácticas relacionales, procedimentales y colaborativas de expresión colectiva popular. En ese sentido, el Diplomado en Antropología del Arte nos ha dado el bagaje suficiente y pertinente para emprender esta aventura de creación conjunta, en donde la creatividad, la colaboración y la transdisciplinariedad son componentes medulares en la investigación.