Laura Machuca Gallegos
CIESAS Peninsular, México
El interés académico por los ayuntamientos tiene ya varias décadas de rendir sus frutos. En particular el cabildo colonial ha sido objeto de una importante revisión, cuando los cargos eran venales, es decir se compraban, y unas pocas familias los monopolizaban. Así varios trabajos se han centrado en estudiar el cabildo como lugar de poder y reproducción de élites, que han sido claves para entender su funcionamiento y sus dinámicas particulares. Sin embargo, los cabildantes además de preocuparse por su provecho y el de sus familias también tuvieron que hacer una alta inversión en gestión, lo cual queda demostrado al hacer una lectura detallada de las actas de cabildo, en este caso las correspondientes a la ciudad de Mérida. El ayuntamiento era responsable de todas las actividades relacionadas con la ciudad, como es la administración del abasto de maíz y carne (una de sus tareas más importantes), alumbrado público, visitas de mercados, hospitales y escuelas; permisos a maestros, loterías, teatros, fiestas religiosas y cívicas, construcción, policía, etc. Además los alcaldes ordinarios eran los encargados de ejercer justicia y tenían sus propios tribunales.
En época colonial los regidores debían repartirse varias tareas: se destinaban dos para la visita de cárceles y hospitales, dos comisionados de alhóndigas, dos representantes para la fiesta de Izamal. A partir de 1790 se agregaron dos regidores para la junta municipal y dos jueces de apelación. Además había otras comisiones adhoc (como vestimenta del santo patrón, la organización de la fiesta de la Concepción, la correspondencia con los apoderados de España y la visita de obras en curso como caminos, etc.). Los cabildantes debían tener presencia en las fiestas de tabla (obligatorias para todos los súbditos) y ceremonias: como el 23 de enero la celebración en honor a San Idelfonso, patrono de la ciudad, los cumpleaños de los reyes, entre otras tantas. Cuando sucedió la transición a la época independiente y los cargos dejaron ser venales y pasaron a ser por elección (su duración era de dos años y una junta renovaba cada año a la mitad de los miembros), las tareas aumentaron.
- Por ejemplo, en 1826 dado todos los problemas que ocasionaba el cobro en manos de terceros la recaudación de los propios y arbitrios, rentas del hospital y la contribución personal, se decidió que fueran los mismos miembros del ayuntamiento en comisiones y asignados a diversos barrios, quienes la cobraran. Hubo un responsable para el arreglo de las medidas de peso, líquidos y granos, un encargado de la zanja que debía abrirse en el rastro y otros más encabezaron la junta municipal. Además debían realizar una visita semanal al hospital y a la cárcel pública para inspeccionar los alimentos y bebidas.
- La provisión, el establecimiento de precios y la venta de maíz competía exclusivamente al cabildo de Mérida, quien lo mandaba comprar del interior. El alumbrado también fue objeto de preocupación y una de las prioridades. Otros asuntos que consumieron varias sesiones, tuvieron que ver con los caminos en diferentes años, por ejemplo cuando se habilitó Sisal como puerto. En 1821, por citar otro ejemplo, se encuentran varias sesiones consagradas a la construcción de un cementerio y la controversia con el obispo acerca del mismo, y sobre todo el arreglo de las milicias. Otras sesiones y según el año se dedicarían a la administración de los diferentes hospitales y de la cárcel, construcción de escarpas, exámenes de alumnos, permisos para ejercer de parte de maestros. Un último ejemplo, el libro correspondiente a 1833, es decir el año del cólera, muestra un gran celo y preocupación por que se llevaran a cabo las medidas pertinentes para atacar el mal. Desde fines de junio y hasta agosto los cabildantes se reunieron prácticamente todos los días a dar seguimiento al desarrollo de la enfermedad. Cierto, a partir de septiembre se volvieron absentistas y sus sesiones se espaciaron cada vez más, pero cuando se les necesitó ahí estuvieron. Sin duda, el ayuntamiento fue perdiendo durante los siglos xix y xx el enorme peso político y territorial que había jugado en época colonial, pero lo que no cabe duda es que su labor de gestión de las ciudades sigue tal cual desde aquellos tiempos.
Bibliografía
Fernández Castillo, Ricardo (2012). El papel del cabildo en el abasto alimenticio de Mérida, 1748-1822. Tesis de licenciatura de la Facultad de Ciencias Antropológicas de la Universidad Autónoma de Yucatán.
Machuca Gallegos, Laura y Emiliano Canto Mayén (2012). Digitalización de las Actas de Cabildo, Mérida, Yucatán (1747-1853). México, ADABI.
Rojas, Beatriz (2010). El “municipio libre”. Una utopía perdida en el pasado. Los pueblos de Zacatecas, 1786-1835, Instituto Mora / Colegio de Bachilleres del Estado de Zacatecas / Instituto Cultural de Aguascalientes, México.