Gerardo Otero
Professor of International Studies and Sociology School for International Studies Simon Fraser University
Hay dos maneras muy diferentes de enfrentar la cuestión de los derechos humanos y laborales de los migrantes mexicanos en los Estados Unidos. Una consiste en la construcción de una Unión Económica de América del Norte (UECAN) con libre movilidad laboral a través de los actuales socios del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). La otra implica que México reconstruya su economía para regenerar su campo y autosuficiencia alimentaria. Con el primer enfoque sería viable que Estados Unidos siga utilizando la mano de obra mexicana sin infringir los derechos humanos y laborales de los trabajadores. De no poderse constituir una UECAN, entonces la segunda alternativa tendría que enfocarse en promover el desarrollo sustentable en México. Así sus ciudadanos podrían permanecer en sus comunidades, con sus familias, ganando salarios que alcancen para vivir dignamente.
Ambos enfoques requerirían de una amplia movilización social para implementar dichos proyectos. Dadas las profundas divisiones sobre la cuestión migratoria en los Estados Unidos, y los resultados electorales de 2016, la alternativa de la UECAN sólo sería posible en un futuro distante. Mi argumento, por tanto, es que los políticos mexicanos y sus activistas tendrían que apostarle a la segunda alternativa, la cual ha sido planteada en múltiples ocasiones por el movimiento campesino y otros movimientos sociales en México.
Como país menos que democrático, el hecho de la clase dominante y el gobierno de México asumió en neoliberalismo se dio al margen de la percepción que sobre este modelo hubieran tenido vastos sectores de su población. Las tendencias sociales fueron ominosas desde el inicio del TLCAN. Por tanto, las protestas masivas de los campesinos y sus simpatizantes fueron suficientes para cuestionar si la globalización neoliberal y la nueva inserción de México en la división internacional del trabajo en la agricultura y la producción alimentaria se podrían implementar con éxito en la región. Ha quedado claro que no se pudo. En última instancia, es en la escala nacional donde la regulación neoliberal tiene su impacto, y es ahí mismo donde hay que combatirla. Como lo dijo Pedro Magaña Guerrero, un campesino mexicano cuya organización pertenece a Vía Campesina tras alabar la militancia a escala global: “La consolidación de alternativas depende completamente de lo que esté pasando en el nivel local, depende del desarrollo de las organizaciones en sus regiones campesinas y sus países (citado en Desmarais 2007:135). Hay que ver entonces hacia dentro de los Estados nación para poder estudiar cómo se pueden convertir sus dinámicas sociopolíticas internas en factores independientes que alteren las tendencias dominantes de la economía mundial localmente y desde abajo.
Propongo entonces una conclusión doble. (1) Para los Estados Unidos, los activistas defensores de los derechos humanos deben continuar en su lucha por el trato igualitario para todos los trabajadores que residen en su país, independientemente de su estatus ciudadano. Sólo de esta forma se puede aspirar a que los estándares laborales se acerquen a los de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). La forma óptima de lograr este resultado sería promover una UECAN similar a la Unión Europea, de tal forma los vendedores de fuerza de trabajo puedan fluir a través de las fronteras tan libremente como fluyen las mercancías y el capital. Los dueños de las mercancías y el capital ya disfrutan de dicha movilidad prácticamente irrestricta en busca de los mejores precios y las más altas tasas de ganancia, no sólo a través de América del Norte sino a lo largo de la mayor parte de la economía mundial. Si la Unión Económica de América del Norte fuese acompañada de las protecciones a los derechos humanos y laborales apropiados, entonces sus trabajadores quedarían protegidos de los caprichos de los dueños del capital. (2) Puesto que el escenario descrito sólo se podría lograr en el largo plazo, como mucho, para los plazos corto y mediano es indispensable que México trate de restaurar su soberanía laboral. Esta meta pasa por la restauración de su autosuficiencia alimentaria y de la regeneración del campo, con lo cual se fortalecería también la biodiversidad.
Referencia
Desmarais, Annette A. 2007. La Vía Campesina: Globalization and the Power of Peasants. Halifax: Fernwood Publishing.