Sergio Gallardo García
CIESAS Ciudad de México
La noche de las elecciones en Estados Unidos confirmó, de manera inaudita para muchos y pronosticada por otros, que Clinton ganaba el voto popular frente a Trump pero este último ganaba las elecciones presidenciales al imponerse en el voto del Sistema del Colegio Electoral.
La designación de Donald J. Trump como presidente de Estados Unidos aún no deja de causar resonancia en México, sobre todo ante la declaración de su “Contrato de Donald Trump con los votantes americanos”1, que dio a conocer el martes 22 de noviembre, bajo el cual se compromete a emprender en cien días todas las promesas de su campaña política, entre ellas las que más resentimiento han causado en el país: renegociar o abandonar el TLCAN, retirarse del TTP, terminar todos los tratos comerciales que abusen injustamente de los trabajadores estadounidenses, deportar más de 2 millones de “inmigrantes ilegales” y cancelar visas a los países que permitan que vuelvan a territorio estadounidense.
Este panorama adverso también plantea cambios para los comerciantes coreanos2 que residen en México, quienes los pronostican como adversos. Al realizar un negocio transnacional que implica importar materias primas y bienes manufacturados de Corea del Sur o China, introducirlos al país vía Estados Unidos y finalmente venderlos en territorio nacional. El cambio significativo en cada uno de estos escenarios nacionales involucra un cambio sustancial en su manera de ganarse la vida.
Las iniciativas de Trump han creado eco y resonancia de distintas magnitudes en cada una de estas latitudes, a las cuales quedan atentos los comerciantes coreanos a través de los periódicos matutinos de la comunidad coreana, que están escritos en coreano y se ponen en circulación en sus locales ubicados en Tepito, Zona Rosa y el Centro Histórico de la Ciudad de México.
En estos medios de comunicación, la comunidad coreana, no se esforzó por ocultar su preferencia por Hillary, a quien consideraban ganadora casi con certeza en los encabezados, semanas tras semana antes de las elecciones. Esto dio un giro ante el resultado electoral, llenando las planillas de preocupaciones sobre los discursos y promesas electorales de la campaña de Trump. Destacan tres temas: su intención de recortar el gasto militar en Corea del Sur, su posicionamiento y cambio de política exterior en relación con Corea del Norte, y su exacerbado proteccionismo.
La promesa de Trump de hacer que los países extranjeros asuman la totalidad del coste del despliegue de tropas estadounidenses en sus respectivos países, mantiene vigente una preocupación por su frontera compartida con Corea del Norte, la única vigente creada en tiempos de la guerra fría y que es inherente al imaginario nacional de Corea del Sur. Aunque en la actualidad Seúl paga aproximadamente más de la mitad del costo militar de las tropas estadounidenses, indicando una baja probabilidad de cambios en la perpetua defensa de la frontera militar, el tema queda latente como una preocupación de perder la cooperación que ha acompañado al país desde su formación como Estado-Nación. Cabe mencionar que a Estados Unidos le resulta muy útil tener bases militares en Corea de Sur y Japón, desde donde mantiene bajo control el ascenso de China y la constante amenaza nuclear de Corea del Norte y no necesariamente como un apoyo altruista a disposición de un magnate preocupado por el gasto militar.
Hay una mayor preocupación, en cambio, por las declaraciones de Trump sobre Corea del Norte y sus tentativas de cambio en la política exterior al plantear un acercamiento diplomático y conversaciones con Kim Jong-Un. El abandonar los lazos militares de la frontera y acercarse a Corea del Norte, al menos en el discurso, ha revivido los abandonados debates sobre Corea del Norte como eslabón del porvenir de Corea del Sur.
Se debate en los medios de comunicación pero también en la sobre-mesa dominical en las iglesias coreanas en México, que la “teoría del colapso”3 frente a Corea del Norte no es actualmente viable, sobre todo bajo sus nuevos lazos de cooperación económica con Rusia y bajo la protección política de su mayor benefactor en los últimos años: China, quien mantiene no solo su estabilidad económica sino sus flujos migratorios bajo un régimen militar que se comparte en la frontera. Al respecto, el gobierno de la presidenta Park Geun-Hee bajo la constante y creciente amenaza nuclear de parte de NorCorea ha impulsado una contra-ofensiva al cerrar el Complejo Industrial Kasesong, desarrollo industrial en la única ciudad de Corea del Norte donde hay empresas extranjeras y donde Corea del Sur mantenía más de 32 empresas, inyectando más 7 billones de wones (6 mil millones de dólares) al año para su desarrollo. Este complejo fue creado en 2003 bajo una nueva política4 exterior de paz emprendida por SurCorea para mantener la estabilidad y buenas relaciones con su contraparte del norte, teniendo un significado simbólico de las buenas relaciones. En pocas palabras, no es Trump sino las constantes amenazas nucleares de Kim las que han aminorado, desgastado y puesto en tensión las relaciones entre ambas Coreas, producto de su actual estado.
Respecto al proteccionismo, tema de mayor impacto para los comerciantes y punto central de su “contrato con el votante americano”, Trump manifestó en reiteradas ocasiones que los tratados de libre comercio que ostenta actualmente Estados Unidos están desangrando a la economía nacional y es momento de replantearlos, entre ellos el TLCAN y el TTP5. Corea del Sur no forma parte de este último pero estaba en aras de hacerlo a través de una invitación formal por parte de México, la cual pactó el presidente Enrique Peña Nieto ante la visita de la presidenta Park Geun-Hee al país en abril de 2016.
El argumento de Trump es que estos acuerdos comerciales causan un desplazamiento de las industrias estadounidenses y consecuentemente de empleos a otros países debido a la oferta de mano de obra más barata, dejando desfavorecida a la clase trabajadora estadounidense. Aunque los pactos internacionales firmados no se pueden suspender de un día para otro, como lo plantea hacer Trump, no se aminora la incertidumbre en las empresas y comerciantes coreanos quienes han iniciado a tomar sus precauciones.
Como ejemplo, pensemos en el señor Yi. Él emigró en 1996 de Corea del Sur a Estados Unidos, donde estableció una tienda de ropa en el centro de Los Ángeles. Lo conocí en el centro, fascinado por ver tanta gente caminando sobre Madero, algo que asegura es imposible de ver en Downtown L.A. ya que es un lugar olvidado y las ventas no son lo que eran antes. Me cuenta que después de 20 años se acostumbró al declive de las ventas pero ante la noticia de Trump como nuevo presidente, ha venido a México a evaluar la posibilidad de establecer un negocio aquí, donde pesará –me dice– igual la presencia de Trump pero al menos hay más gente a quien poderle vender.
Miguel Kim, vice-presidente de la Asociación de Coreanos en México, afirma que Trump es un mal sabor de boca y podría afectar mucho a los negocios de los coreanos en la ciudad pues la mayoría de las mercancías son de importación y algunas entran al país por Estados Unidos para evitar ciertos costos arancelarios. Con la salida de Estados Unidos del TLCAN, estas importaciones tendrían un costo mucho mayor y acabaría con la oportunidad de ganancia y por tanto del mismo negocio quedando la pregunta entre los coreanos: ¿Qué se puede hacer?
Bajo esta incertidumbre hay varios escenarios. Uno de ellos es volver a México la central de operaciones de manufactura y exportación tanto nacional como internacional. Los comerciantes coreanos de mayor estancia en el país han apostado a invertir en la creación de maquilas en México para producir bajo materias primas de importación, la calidad y costo final de la ropa que actualmente traen de Corea del Sur o China. Esto eliminaría los costes arancelarios al ser producido en el país y también reduce los costos de importación. Ante las amenazas de Trump, este es un camino que se discute mucho hoy en día en la comunidad coreana.
Otro escenario posible e insólito si pensamos en la pujante presión que estuvo haciendo Corea del Sur entre cabildeos y lobbying durante más de 10 años, es la firma de un tratado de libre comercio de México con Corea. El tratado ha estado en la agenda México-Corea desde finales de los noventa y ante la elección presidencial de Trump, la caída del peso y renuncia del Gobernador del Banco de México como una suerte de hilera de piezas de dominó, han hecho a la cancillería mexicana replantearse nuevos rumbos de cooperación económica que no impliquen una dependencia central con Estados Unidos. Después de la firma del TPP y la apuesta al mercado del pacífico, Corea del Sur viene a ser una opción viable para México, ya que actualmente es el cuarto socio comercial de este hemisferio.
La firma de este tratado significaría el cambio sustancial para los comerciantes coreanos ya que facilitaría una importación directa ante la renegociación arancelaria, incluso una situación más benéfica de lo que plantea actualmente el TLCAN. De ser esto así, los desarrollos textiles de los coreanos podrían volverse complejos industriales como Yiwu o Ganzhou en las localidades de Tecámac, Orizaba o Chiconcuac, cambiando drásticamente la rama textil de nuestro país pero también las condiciones de trabajo.
Para los comerciantes coreanos, donde su negocio implica una red transnacional de operaciones entre Corea del Sur, Estados Unidos y México, la administración y tendencia política-económica de Trump conlleva severos cambios que atiende a cada una de las localidades, los cuales consideran como adversos pero a su vez como oportunidad de nuevos giros de inversión y producción. Lo que sí podemos afirmar es que la administración de Trump generará muchos cambios al interior del país por sus implicaciones a nivel global y no sólo por un asunto migratorio y “del muro”, como lo anuncian desbordadamente los periódicos nacionales.
1 “Donald Trump’s Contract with the American Voter”. Versión en línea en su página oficial de campaña: https://www.donaldjtrump.com/press-releases/donald-j.-trump-delivers-groundbreaking-contract-for-the-american-vote1
2 Cabe hacer la aclaración de que nos referimos a migrantes provenientes de Corea del Sur.
3 Hasta la actualidad, la política exterior de Estados Unidos en coordinación con Corea del Sur frente a Corea del Norte es la de no intervención política ni militar, actuando sólo bajo la protección de fronteras y asilamiento de apoyo económico bilateral. Según esta política, la administración de Corea del Norte llegará a un punto de crisis económica, política y social que abrirá sus fronteras hacia un cambio de régimen.
4 La política inter-coreana de paz se denominó “Sunshine Policiy” y dio inicio en 1998 al mando de Kim Dae Jung, el primer presidente civil de Corea del Sur.
5 Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica que ha sido popularizado por sus siglas en ingles que hacen referencia a Trans-Pacific Partnership (TPP).