Clorados III: Otra catástrofe laboral y ambiental

Marisa Jacott

Directora de Fronteras Comunes A.C.

Hace un par de semanas que en la ciudad de México se presentó el libro México Tóxico, Emergencias Químicas, editado por Siglo XXI1, en donde se señala que la problemática de México frente a las emergencias químicas está definida principalmente por:

  • La falta de una política pública en materia ambiental, de salud y de protección civil, que realmente proteja de la contaminación química a la población y a los trabajadores, en lugar de que el Estado cuide los intereses y capitales privados, así como los de las corporaciones extranjeras.
  • Basarse en la reacción en vez de en la prevención.
  • La complejidad en la distribución de las competencias para atender a las emergencias químicas.
  • La falta de presupuesto de las dependencias responsables.
  • El encubrimiento y la falta de información oportuna por parte del Estado y la industria.
  • La corrupción y la impunidad.

El libro también señala que Pemex es el responsable de casi 60 por ciento de este tipo de accidentes y que la mayoría de las emergencias químicas que se presentan diariamente en el país (casi tres, en promedio durante el 2014), no son atendidas correctamente, ni las empresas en las que ocurren cuentan con un plan de emergencia conocido por los trabajadores y las comunidades aledañas; tampoco hay datos sobre el tipo, número y cantidad de sustancias que intervienen en los accidentes o se forman como resultado de ellos y, mucho menos, sobre  sus efectos en la salud.
Asimismo, se señala que es común que, previamente a los accidentes, las comunidades cercanas a las plantas, hayan advertido a las autoridades y/o a las empresas que algo no estaba operando correctamente o que percibían olores y contaminación del aire que les hacía sentirse mal; que, frente a amenazas de accidente, las empresas no permiten que los trabajadores evacuaran la zona y que, a veces, las empresas impiden el paso de los cuerpos de rescate y de protección civil. 
El fatídico escenario descrito en este libro se aplica perfectamente al terrible accidente ocurrido el pasado 20 de abril en el Complejo Pajaritos, en Coatzacoalcos, Veracruz, cuando a las 15:15 horas (dato oficial) en la planta de vinilo Clorados III, de la empresa Petroquímica Mexicana de Vinilo (pmv), se registraron tres explosiones. pmv es propiedad mayoritaria de la empresa Mexichem, asociada con Pemex desde septiembre de 2013 mediante una alianza corporativa para producir cloruro de vinilo. El día del accidente se informó que, además de los trabajadores de PMV, en la planta también había personal de Pemex, ICA Fluor y varios subcontratistas.
Después del accidente, en un boletín de prensa, Pemex reportó 30 fallecidos2, sin embargo, la cifra ha ido en aumento y, hasta el 28 de abril, se hablaba de 32 muertos, 136 lesionados y 2 mil desalojados de zonas aledañas, a los cuales se les permitió regresar a sus casas poco después.
Entrevistas de los medios de comunicación a familiares y trabajadores de Clorados III destacan: que en la mañana hubo una explosión anterior a la señalada oficialmente; que hay muchos más muertos de los que se reconocen; que muchas compañías contratistas no cuentan con la capacidad técnica adecuada; que el responsable directo –Mexichem- se oculta y es protegido por Pemex; que los responsables de seguridad de la planta no permitieron la evacuación inmediata de los trabajadores por la mañana, después de la primera explosión; que las plantas carecen de mantenimiento; que un día antes había un fuerte olor a gas en la planta; que, a pesar del olor a etano y cloro, el día de la explosión los supervisores de pmv ordenaron que se siguiera trabajando y soldando; que las autoridades les niegan información; que los trabajadores sintieron que les caía ácido; que muchas personas quedaron desmayadas; que los trabajadores tardaron de 15 a 30 minutos en salir de la planta; que se vivió una situación de mucho miedo y de infierno. Entre muchos otros puntos, la información disponible muestra que el Gobernador del estado y Protección Civil de Veracruz avisaron del accidente con fotos de otro caso.
Por todo esto, y ante la falta de información por parte de Mexichem y Pemex y la desconfianza generada por esta causa, los trabajadores, los familiares de los afectados y las comunidades cercanas se vieron en la necesidad de reclamar justicia y hasta de enfrentar al ejército al tratar de impedir el paso de sus camiones porque sospechaban que, el día anterior, camiones del ejército entraron al lugar del accidente para salir cargados con cadáveres que, según opinaban en la comunidad, Mexichem, Pemex y el gobierno querían ocultar3.
En un comunicado, Pemex señaló que “La situación actual en la Planta Clorados 3 de la empresa Petroquímica Mexicana de Vinilo (pmv), en Coatzacoalcos, está bajo control y no existe riesgo para la población…Asimismo, se monitoreó la calidad del aire a fin de determinar si existía alguna sustanciaque representara riesgo para la salud, lo cual fue descartado.4
Si es cierto que Pemex o Mexichem monitorearon la calidad del aire, es necesario que aclaren durante cuánto tiempo monitorearon, a qué horas y en dónde se tomaron las muestras, en qué laboratorios se estudiaron, qué sustancias se analizaron en ellas y con qué método.
Ante esta grave situación, es imposible pensar que no haya habido afectaciones inmediatas y que no las habrá posteriormente. La exposición aguda de trabajadores y comunidades aledañas a pmv a sustancias tan tóxicas como las que se procesan y manejan ahí, entre ellas, vinilo gaseoso, dicloroetano, ácido sulfhídrico, nitrógeno, sosa, etileno, propileno y cloro no puede no haber causado afectaciones en la salud de los trabajadores y las poblaciones cercanas, así como un impacto ambiental adverso. Además, esta empresa reporta verter al aire y agua otras sustancias –algunas de ellas neurotóxicas, cancerígenas o con efectos hormonales -como mercurio, cadmio, cloruro de vinilo, metano, 1,2-dicloroetano, benceno, hexafluoruro de azufre, tetracloruro de carbono, arsénico, tricloroetileno, níquel y plomo.
Si el incendio comenzó a las 15:15 horas y fue controlado entre las 18:30 y 19:30, significa que, durante varias horas, hubo una exposición aguda de la población a una nube densa de varias de las sustancias arriba señaladas en un radio de por lo menos 10 kilómetros alrededor de la planta, a causa de la onda expansiva más la dispersión de los contaminantes debida a los vientos.
Esta emergencia química es una catástrofe de salud ambiental que vuelve a afectar a trabajadores y pobladores cercanos a la actividad petrolera y petroquímica que padecen permanentemente de contaminación en Mundo Nuevo, Ixhuatlán del Sureste, Nanchital, Minatitlán, Allende, Moloacán, Cosoleacaque y Coatzacoalcos, con la Refinería General Lázaro Cárdenas en Minatitlán, con los Complejos Petroquímicos Pajaritos, Cangrejera, Morelos y Cosoleacaque, entre otras localidades. En la cronología de accidentes (Capítulo 7) del libro México Tóxico. Emergencias Químicas se documentó que el 11 de marzo de 1991 hubo una explosión de cloro en la misma planta de Clorados III, en la cual la gente también reportó más muertos de los señalados oficialmente y en donde la contaminación y las afectaciones en la salud de los expuestos no fueron atendidas.
Es muy fácil predecir que en ésta, como en la mayoría de las emergencias químicas en México, no se cumplirá el precepto “el que contamina, paga” y jamás se realizarán estudios epidemiológicos para dar seguimiento a los impactos de una exposición aguda y crónica en la salud de los expuestos y el daño a los ecosistemas de la zona.
Este tipo de accidentes es una de las razones por las cuales el gobierno mexicano no debe seguir retrasando que México cuente con una legislación integral en materia de sustancias químicas, en particular, las peligrosas.
También es importante señalar que, si las autoridades entendieran realmente la importancia de los protocolos de protección civil, serían las primeras en dar el ejemplo, sin embargo, no es el caso. Una muestra de ello es el video de la Presidencia de la República,5 en donde Enrique Peña Nieto, en su visita al lugar del siniestro acompañado de funcionarios federales y del gobernador de Veracruz, recorre la planta afectada sin ningún tipo de protección como es reglamentario y, desde luego, esencial.
En cuanto a la parte ambiental, nada nuevo; Profepa lleva a cabo su acostumbrada “evaluación de daños ambientales ocurridos en el lugar” para que el responsable cumpla con “las medidas de caracterización, remediación y restauración” de las condiciones ambientales originales…
O sea, más multas, que en nada ayudan a los afectados en su salud y ambiente, en lugar de que no se permita operar a este tipo de industrias si no cuentan con tecnología de punta y controles eficientes de emisiones, además de exigirles un plan coordinado de protección civil en donde, además de los trabajadores, participen las poblaciones aledañas a las instalaciones industriales, como lo establece la legislación.


1 Albert LA y Jacott, M. México Tóxico. Emergencias Químicas. Editorial Siglo XXI, 2015, 294 pp.
2 http://www.pemex.com/saladeprensa/boletines_nacionales/Paginas/2016-027-nacional.aspx
3 https://www.youtube.com/watch?v=bv1ZlyU1XKc
4 http://www.pemex.com/saladeprensa/boletines_nacionales/Paginas/2016-028-nacional.aspx
5 http://www.gob.mx/presidencia/videos/recorrido-por-planta-pajaritos-de-coatzacoalcos