Stefano Sartorello y Rosalinda Morales Garza
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María Bertely, el Método Inductivo Intercultural y las Milpas Educativas
Stefano Sartorello
Universidad Iberoamericana
Conocí a María a finales de 2002, cuando François Lartigue —mi entonces director de tesis de maestría en ciesas— me sugirió acercarme a ella para que asesorara la parte educativa de mi tesis sobre tele-bachillerato en una comunidad nahua de la Huasteca Veracruzana.
Cuando la entrevisté por primera vez me impresionó el carisma que infundía su bella cara enmarcada en la larga cabellera negra que solía llevar trenzada, y la mirada inteligente, penetrante y profunda de unos ojos obscuros que transmitían su fortaleza e intensidad de mujer. A pesar de la pobreza de mis planteamientos educativos, desde aquél primer encuentro hicimos click y, en lo sucesivo, conversamos de modo cada vez más serio sobre el Método Inductivo Intercultural (mii) generado por Jorge Gasché en la Amazonia peruana, método que ella había traído, cuidado y desarrollado en el país en años previos y a cuya profundización y mejora dedicaría gran parte de su vida académica.
No podía imaginar, entonces, que aquél encuentro con María y el Método Inductivo Intercultural se convertiría en el enfoque político-educativo que acompañaría mis reflexiones e intervenciones en el campo de la antropología educativa hasta el presente, ni imaginaba tampoco el peso que su presencia tendría en mi vida profesional. Pero fue en aquellas sillas de fierro pintadas de blanco del jardincito del ciesas en Juárez 87 donde inició mi relación con quien sería mi maestra, directora de tesis doctoral, asesora posdoctoral y, finalmente, mi gran interlocutora en el proyecto Milpas Educativas: Laboratorios Socionaturales para el Buen Vivir, que juntos diseñamos y aprendimos a co-dirigir, no sin conflictos y agarrones.
Fue también María la que, a principios de 2004, me introdujo con los educadores comunitarios tzotziles, tzeltales y ch’oles de la Unión de Maestros de la Nueva Educación y Educadores Independientes (unem/ei), que han sido mis principales interlocutores y compañeros en el campo de la educación intercultural bilingüe desde el día que me invitó por primera vez a Chiapas, para encargarme la filmación de la ceremonia de presentación pública de las Tarjetas de Auto-aprendizaje en la sede del Centro de Estatal de Lenguas y Literatura Indígenas (celali) en San Cristóbal de Las Casas, cuando aún creíamos que las instituciones del Estado (representadas en ese acto por el Gobernador de Chiapas, Pablo Salazar Mendiguchía), difundirían entre las y los maestros indígenas de Chiapas las Tarjetas de auto-aprendizaje que la unem/ei había elaborado con el acompañamiento del mismo Jorge Gasché y de María. Vana ilusión que no es del caso profundizar aquí, pero que sirve para señalar que, desde entonces, los pasos de María, de Gasché, de la unem/ei y, muchos metros atrás, de varios colaboradores no indígenas, se movieron en una sola dirección: la que nos permitió, juntos y en colaboración, desarrollar el enfoque educativo que inspira hasta la fecha nuestras investigaciones e intervenciones y, más ampliamente, nuestras propias vidas.
Siguieron muchos años de trabajo denso y continuo con María, de quien aprendí que “todo depende”, que los académicos occidentales necesitamos des-aprender y de-formarnos para poder servir a aquellas comunidades y pueblos indígenas a los que, como siempre repetía: “estamos mandatados”, expresión con la que aludía al poder sustantivo y el control legítimo que los educadores de la unem/ei tienen sobre el uso y la difusión del Método Inductivo Intercultural. María se negó a cederlo a las instituciones oficiales que, al menos en tres ocasiones, quisieron apropiarse de él, entendiendo que el Método “está arraigado en las comunidades indígenas de Chiapas”. Siempre se opuso a los intentos de masificarlo, de convertirlo en una receta más de las que la Secretaría de Educación Pública impone desde arriba para capacitar en cascada a las y los maestros indígenas. Citando una expresión que no se cansaba de repetir, María trabajaba “desde abajo y desde adentro”, y fue gracias a ello que pudo avanzar tanto en la comprensión de las filosofías y las epistemologías indígenas que fundan las propuestas interculturales y bilingües que acompañó e impulsó a lo largo de su vida académica.
A mediados de 2006, María me encargó —junto a Raúl Gutiérrez, otro de sus compañeros de caminos educativos— acompañar el proceso de diseño del Modelo Educativo de la unem/ei, lo que me permitió apropiarme plenamente de las pedagogías indígenas que sostienen al Método Inductivo Intercultural. También me invitó a hacer mi tesis doctoral sobre el proceso y a consolidar hallazgos sobre la co-teorización intercultural. Dio, incluso, pasos para incorporarme al ciesas con el propósito de fortalecer la línea de Antropología Educativa que contribuyó a crear y consolidar durante tanto tiempo, algo que no fue posible por la ceguera —o, visto desde otro ángulo, el sentido de oportunidad— de quienes decidían, en ese entonces, tales movimientos.
Pero como no hay mal que por bien no venga, terminé finalmente laborando en el Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación (inide) de la Universidad Iberoamericana., desde donde María y yo pudimos iniciar una nueva etapa de trabajo con el Método Inductivo Intercultural. Nuestra colaboración fue amorosa y conflictiva a la vez; “Amor apache” dijo al respecto Rebeca Barriga, otra gran amiga de María. Solamente nuestros colaboradores más cercanos saben cuánto discutíamos antes y después de los talleres de Milpas Educativas que diseñamos y facilitamos juntos. Pero, justo por el respeto y por el afecto que nos teníamos, por este eros pedagógico que Gasché nos había transmitido, nuestra colaboración no cesó nunca y creció y perduró hasta el final. Recuerdo cuando, hace pocos meses, sentada en silla de ruedas y vistiendo con elegancia el hermoso sombrero de mimbre que la reparaba del sol que iluminaba el jardín de su casa, con voz firme me indicó el rumbo hacia donde caminar para seguir abonando las tiernas milpas educativas que sembramos con los educadores de la unem/ei y las y los maestros de la Red de Educación Inductiva Intercultural (rediin) que ella creó para difundir el Método en el México Profundo que tanto amó durante su vida.
La última vez que nos vimos fue en su bella casa, junto a nuestras familias y en compañía de muchos amigos. Fue tras una reunión de planeación del proyecto Milpas Educativas celebrada en el Museo Venustiano Carranza de la Ciudad de México, en la que, como siempre, María dejó tareas e indicaciones precisas a todos, y algunas para mí en particular. Aquella noche cenamos una exquisita barbacoa de borrego que hizo traer de Hidalgo, como me había prometido hacía meses. Y ella solía cumplir sus promesas. Con música rock de los setentas que ella, roquera no arrepentida, siempre ponía en sus fiestas, tomamos rico mezcal oaxaqueño y platicamos de la vida que poco a poco se le iba. Esa noche refrendamos una promesa que sabe que le voy a cumplir. Descansa en paz María. Aunque nadie podrá ocupar el lugar que dejas vacío, nuestras milpas seguirán creciendo y no les faltará abono, como te prometí.
María Bertely
Por la identidad y la dignidad
Rosalinda Morales Garza
Titular de la Dirección General de Educación Indígena (DGEI/SEP, 2008-2018)
Conocí a María Bertely un par de años después de proponérmelo. Es la número uno en educación indígena, me dijeron en 2008, sin embargo no le gusta mucho la idea de trabajar con el gobierno.
Coincidimos en Puebla, junto con su entrañable amiga Rossana Podestá quién laboraba en una dirección general en la sep de esa entidad. No pudo ser más agradable que las tres y otros entusiastas colegas pudiéramos comentar las preocupaciones por trabajar en favor de la educación indígena; había sinceridad en decir cuánto habría que trabajar en los dos ámbitos, el local y el nacional para abordar con respeto y con sentido los temas que ponían como prioridad las y los profesores indígenas, además de las exigencias de un mundo global y competitivo.
Poco a poco María me permitió descubrir lo que estaba retomando y reconstruyendo en Puebla y Chiapas junto con Jorge Gasché y a partir de experiencias pedagógicas y comunitarias en la región amazónica. Si describiera en un par de palabras sus búsquedas, desde mi interpretación, no eran otras que dignidad e identidad a reconocer desde cada integrante de los pueblos indígenas y mayormente por el profesorado. Estimo que ella pensó que dignidad e identidad abrían la posibilidad de construir un marco conceptual y de acción interesante para que la comunidad, la niñez y sus docentes aprendieran a elaborar un curriculum propio y reafirmaran sus fortalezas como pueblos originarios. [1]
Se trataba de una ambiciosa apuesta que María inició en nuestro país, entre un conjunto pequeño pero poderoso de maestras y maestros. Solíamos hablar de ello, ¿podríamos o no escalar el trabajo realizado paciente y artesanalmente en las escuelas y las comunidades para llevarlo a los procesos amplios, intensivos e institucionalizados de formación continua? Al principio lo negaba y comentaba lo feliz que era de trabajar con un puñado de maestros, convencidos del método inductivo intercultural; más adelante, cuando desde dgei se propusieron los marcos curriculares en el Plan de Estudios de Educación Básica 2011, opinó que teníamos actividades similares al mii en cuanto, por ejemplo, partir de las prácticas sociales del lenguaje; que sería bueno estimular la participación del profesorado en la selección de contenidos, que eso era tratar con respeto a los maestros, reconociendo su potencial. Nos alentó mucho escucharla.
Cuando en la dgei íbamos a editar el libro Transformación posible de la educación para la niñez indígena. Contextos, alianzas y redes, busqué humildemente que la introducción fuese escrita por la Dra. María Bertely Busquets, quién, tal vez pensando en su idea de quiénes trabajan en o para el gobierno, empezó diciendo: “La razón por la cual asumí la gran responsabilidad de redactar la introducción a este libro, del todo esperanzador, se debe a que no me fue solicitada una alabanza”. También observaba cómo podía incidir en la transformación requerida, una institución en la que ella alguna vez laboró como subdirectora: “Con hechos, la dgei tiene la oportunidad de demostrar que es posible sumar la obligación del Estado y de los gobiernos estatales en materia educativa, las ricas y diversas iniciativas generadas desde abajo en atención a los derechos de autodeterminación, autonomía y participación activa de los pueblos y comunidades indígenas en el diseño, la operación, el desarrollo y la evaluación de programas educativos de calidad y pertinentes.” Su perspectiva se integró y coincidió con nuestra búsqueda permanente por contar con la confianza y establecer un diálogo respetuoso que recoja las hondas expectativas del profesorado indígena, el más participativo en la historia del Sistema Educativo Nacional.
Mucho aprendimos de los enfoques de María Bertely Busquets. Su independencia intelectual le permitía decir a las audiencias de sus exposiciones públicas, entre otras cosas, que no considerasen la definición de “pobreza” que el sector oficial imputa a los pueblos indígenas, por el sólo hecho de no percibir salarios o de carecer de ciertos satisfactores, sin valorar rasgos del Buen Vivir, como su íntima disposición a hacer el tequio o la de transitar felices en sus cotidianeidades y celebraciones; que no tratasen como menores de edad a los pueblos originarios y mucho menos, referirlos como “nuestros indígenas” porque no son de nadie, son sujetos de derecho; que no se trataba de un “ellos” (los integrantes de los pueblos indígenas) y un “nosotros”(los occidentales), sino de una sola humanidad que aspiraba a la igualdad; que la evaluación debía contextualizarse y diversificarse de acuerdo a las capacidades y las formas de aprender diferenciadas y valiosas de la niñez indígena; que en los procesos de formación, la sep debería asegurarse de reunir a docentes indígenas y no indígenas, porque los primeros tenían mucho que aportar a sus colegas, desde el reconocimiento de contextos adversos enmarcados en la falta de condiciones ideales, pero con áreas de oportunidad identificadas por la innovación desde el reto y la innovación desde la práctica del profesorado indígena.
Es tiempo de continuar estudiando los planteamientos de la Dra. María Bertely Busquets que, como profunda investigadora en gabinete y en campo, concretó importantes productos para nuestra educación intercultural. Ya extrañamos tu calidez y tu ser humano María, querría haber conversado mucho más contigo, siempre tenías palabras generosas, de aliento y de reconocimiento por la capacidad de resiliencia que había que mostrar en el trabajo cotidiano de la administración pública dedicada a sumar con los pueblos originarios, con quiénes en esencia, compartimos una causa que merece un mejor lugar en la agenda pública. Hasta siempre Dra. Bertely.
[1] Nota del Editor: la Dirección General de Educación Indígena de la Secretaría de Educación Pública tomó parte en distintos tramos del desarrollo del ciclo de Diplomados Sistematización del conocimiento indígena y diseño de materiales educativos interculturales y bilingües, que inició en 2007, cuyos alumnos —maestros indígenas activos— desarrollan una labor basada en dispositivos del mii como las Milpas Educativas, las Tarjetas de Aprendizaje, los Calendarios Socionaturales, los Mapas Vivos, etc.