Eduardo Madrigal
Universidad de Costa Rica
Fundada desde el período de conquista, la institución municipal representó el primer marco institucional que permitió a los conquistadores afianzar su poder en la América Hispánica. En Costa Rica, la ciudad de Cartago fue, desde 1564, la capital colonial de la recién fundada provincia. Otros centros poblados fundados en este tiempo decayeron o desaparecieron totalmente de manera que el cabildo capitalino quedó virtualmente como la única institución municipal en vigencia en la provincia hasta el siglo xviii.
En lo esencial, la estructura interna del cabildo en Costa Rica no fue diferente a la que se conoció en otras jurisdicciones coloniales. Al igual que en otras regiones, sus procesos de estructuración internos estuvieron determinados por la existencia de una dinámica de tipo aristocrático en el ejercicio del poder, resultado tanto de leyes escritas, como de normas consuetudinarias que tendían a depositarlo en manos de un estamento privilegiado que, a su vez, se creía llamado a dirigir al resto la sociedad.
En consecuencia, desde temprano, un grupo de poder se erigió en dirigente de la sociedad. Primero fueron los conquistadores del siglo xvi y a medida que transcurrió el tiempo, fue incorporando otros individuos. Gracias a la vía del matrimonio formaron una intrincada red de parentelas dominantes que controló el poder capitular en la provincia. Además, esta élite se apoderó también de las demás instituciones políticas coloniales de la provincia debido, en gran medida, a que no tenía que competir con poderosos servidores de la corona enviados desde la metrópoli, como los que existían en las grandes capitales virreinales.
Tales realidades empezarían a cambiar muy lentamente durante el siglo xviii, época en la cual el aumento de la población, llevado de la mano principalmente por los grupos de sangre mezclada, empezó a producir el surgimiento de nuevos centros de población y, con ello, de nuevas autoridades políticas y de nuevas élites locales. Fue así como surgieron, con estatuto de villas, las poblaciones que han sido llamadas las “Villas Nuevas de la Costa Rica borbónica” o bien, las “ciudades orgánicas del Valle Central”, que aún hoy continúan siendo los principales centros poblados del país. Hablamos de las ciudades de San José (1737), Heredia (1709) y Alajuela (1782).
Además, el cabildo capitalino también conoció intermitentes períodos en los que dejó de funcionar totalmente y el nombramiento de las autoridades políticas quedó en manos de los representantes de la metrópoli: gobernadores coloniales. El nombramiento de las autoridades de las nuevas villas también corrió por cuenta de los gobernadores españoles.
Pese a lo anterior, los gobernadores no alteraron en nada los procedimientos aristocráticos en el nombramiento de los cargos políticos en el nuevo contexto. Antes bien, siguieron reproduciendo el esquema aristocrático de poder y perpetuaron en él a los miembros de las viejas élites coloniales, al tiempo que consagraron las mismas prácticas en los nuevos centros de población, estimulando el nacimiento de nuevos grupos dirigentes.
Este estado de cosas perduraría hasta inicios del siglo ix, cuando la invasión napoleónica a España y los procesos de modernización que se vivían en todo el mundo occidental de la época llevarían a un sustancial cambio político. Con la constitución de Cádiz de 1812, las villas del siglo anterior serían erigidas en ciudades y otras poblaciones serían dotadas de ayuntamientos también. Sin embargo, aunque los procesos de elección capitulares cambiaron profundamente, al ser sustituidos por el sufragio, la dinámica aristocrática de ejercicio del poder se mantuvo, pues se siguió eligiendo siempre a personajes salidos de las viejas familias o de aquellas que se habían ido empoderando a lo largo del siglo xviii.
Con este panorama, al llegar la independencia en 1821, fue en los cabildos donde se llevó a cabo la discusión acerca de los procesos políticos en ciernes y la formación de las primeras juntas gubernativas se llevó a cabo casi enteramente a partir de las viejas élites capitulares, que asumieron el control de la provincia.
Posteriormente, a partir de 1824, Costa Rica se uniría al proyecto federal centroamericano, pero, una vez más se vería en esto la continuidad en el poder de las viejas élites coloniales ligadas a los ayuntamientos. ¿Qué pasaría después? ¿Cómo se transformaría esta élite de poder con los procesos por venir? Son preguntas inquietantes que quedan aún por resolver.
Bibliografía
Madrigal, Eduardo (2006), Cartago República Urbana: élites y poderes en la Costa Rica colonial (1564-1718), Universidad de Toulouse II-Jean Jaurès y Universidad de Costa Rica, tesis doctoral.
Madrigal, Eduardo (2014) “Poder y redes sociales en los ayuntamientos costarricenses de las postrimerías del período colonial (1821-1823): De la Colonia a la Independencia” en Laura Machuca Gallegos (coord.) Ayuntamientos y sociedad en el tránsito de la época colonial al siglo XIX. Reinos de Nueva España y Guatemala, CIESAS.