Percepciones sobre la religión y el espacio público: laicidad, libertades laicas, derechos humanos y cultura de la pluralidad religiosa

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Renée de la Torre

CIESAS Occidente

México se caracteriza por ser un país de contrastes, pues a pesar de su catolicismo presente en la cultura, es uno de los países constitucionalmente laico (con leyes que estipulan la división entre religión y espacio público) desde mediados del siglo XIX. Uno de los espacios de mayor disputa histórica entre sectores conservadores católicos y liberales ha sido la escuela laica. Los primeros han impulsado constantemente campañas para introducir los valores religiosos en el sistema escolar nacional. 64.3% de los católicos están de acuerdo con la posibilidad de que se impartan contenidos o valores religiosos dentro de las escuelas, seguido por 51.9% de los Bíblicos; 48.0% de los evangélicos y 35.7% de los sin religión. No obstante, aunque los obispos y los movimientos conservadores se han manifestado en contra de los contenidos de educación sexual en los libros de texto escolares, este asunto no parece ser preocupación de los mexicanos: el 80.8% expresan estar de acuerdo con su enseñanza. Los católicos son paradójicamente quienes más están de acuerdo (83.5%); seguido por los sin religión (73.7%), los Bíblicos, que incluyen a testigos de Jehová, mormones y adventistas (63.6%) y en menor porcentaje, pero aun mayoritario (60.8%) por los evangélicos, donde se agrupan denominaciones protestantes, evangélicas y pentecostales diversa, y que resultaron los más conservadores.

A pesar de que México es un país con altos porcentajes de católicos, donde la diversidad religiosa ha sido una realidad muy reciente, la mayoría de los encuestados, sin importar el credo, consideran que los miembros de cualquier culto religioso deben tener los mismos derechos ciudadanos otorgados por el Estado. Esto es un indicador de valores pluralistas.

Tampoco parece ser preocupación de los mexicanos el que se incluyan los contenidos de género en las escuelas (73.2% dicen estar de acuerdo). Son los católicos los que más de acuerdo están con ello (76%), a pesar de que el mismo año en que se realizó la encuesta se llevaron a cabo cruzadas católicas nacionales en oposición a la llamada pro ellos “ideología de género”. En cambio, los bíblicos (53%) y los evangélicos (51.9%) se muestran más reaccionarios frente a este tema. A la mayoría de los mexicanos (75.4%) tampoco les molesta la celebración de la tradición de altares de muerto (aun cuando es un reclamo de 41.2% de sin religión; 32.1% de evangélicos; y 23.2% de Bíblicos. Una cifra similar de los mexicanos (72.2%) no se opone a la celebración de tradiciones vinculadas con el catolicismo (como son las misas de graduación o las pastorelas) que acompañan las fiestas escolares, aunque ello no es compartido por los bíblicos (23.2%), ni los evangélicos (32.1%), ni los sin religión (41. 2%). Los datos revelan que el tema escolar requiere de una laicidad no solo inscrita en la constitución, sino que regule las festividades ligadas a las tradiciones vinculadas con el catolicismo, para poder fomentar valores y prácticas que permitan alcanzar una condición de cultura y valores pluralismo. Una tarea pendiente para el laicismo mexicano.

Con respecto a las polémicas más recientes provocadas por nuevos proyectos de legislación concernientes al estado laico o a la confecionalización del espacio público más de la mitad de los mexicanos aprueba leyes que exijan que las iglesias rindan informes fiscales a la Secretaría de Hacienda; solo una tercera parte (33.1%) se pronuncian a favor de la despenalización del aborto; y (30.1%) por la legalización del matrimonio entre parejas del mismo sexo ; 28.4% están a favor de que las iglesias sean propietarias de medios de comunicación y 21.4% no se oponen a que las religiones participen abiertamente en política electoral (ambos asuntos no están permitidos en México), y una minoría de 8.8% ve con buenos ojos que los candidatos a elección popular usen símbolos religiosos en sus campañas políticas.

En resumen, esta radiografía no muestra que las nuevas leyes propuestas tanto por políticos como por sectores religiosos conservadores no son aceptadas por la mayoría de los mexicanos, con excepción del rendimiento de cuentas de las iglesias ante hacienda. No obstante, también nos muestra que existe en el presente un importante sector que aprueba las nuevas tendencias a la liberación y pluralismo sexual (alrededor de una tercera parte), mientras que la mayoría de los mexicanos se oponen al juego político de las religiones. No obstante, se muestran interesantes contrastes en la comparación de los grupos religiosos, siendo los sin religión los más liberales y afines a una cultura de la laicidad, seguidos por los católicos, mientras que los evangélicos y los Bíblicos se muestran como más conservadores y menos simpatizantes de una cultura política que regule la acción de las religiones en el espacio público.