Nahayeilli B. Juárez Huet
Profesora Investigadora CIESAS peninsular
Dentro del campo de los estudios “afro” en México, mi enfoque se inscribe por un lado en las preocupaciones concernientes a la circulación y movilidad de prácticas y símbolos culturales identificados en algún sentido como “afro”, pero que germinan más allá de sus poblaciones “correspondientes”, es decir, que no se agotan en lo étnico aunque lo impliquen. Tal es el caso de las religiones afroamericanas como la santería, el palo monte, el candomblé, por mencionar algunas de las más importantes en México y América Latina y que desde muy temprano trascendieron las fronteras étnicas para ser practicadas por poblaciones que no son afrodescendientes.
Su presencia en México se enmarca en un contexto de transformación del paisaje religioso mexicano, el cual en los últimos años ha experimentado una diversificación religiosa que pone de manifiesto un debilitamiento de la regulación y administración institucional y una tendencia al dislocamiento entre prácticas, creencias y adscripción religiosa (véase De la Torre y Gutiérrez Zúñiga, 2007).
Las religiones afroamericanas, nacidas como consecuencia del comercio trasatlántico de esclavos provenientes de África subsahariana (S.XV_s.XIX) se gestaron en un contexto colonial católico y a lo largo de los siglos, han ido incorporando elementos de distintas matrices religiosas, dando pie a una diversidad de variantes en distintos países americanos. Hasta mediados de la década de 1950, una gran parte de estas religiones no tenía mayor presencia fuera de sus contextos de procedencia (Cuba, Brasil, Haití…) y casi 70 años después están presentes en una gran parte del continente americano y algunos países de Europa. Así lo ilustra bien la santería cubana que junto con el palo monte se practican en México desde los años 70 cuentan, sobre todo en la CDMX y sus lugares aledaños. En general, a pesar de su notorio crecimiento y los cambios jurídicos en materia de fe,[1] estas religiones fueron hasta hace muy poco consideradas oficialmente como credos, y aún permanecen estigmatizadas en muchos sentidos. En México, estamos aún lejos de un verdadero pluralismo religioso que respete la inminente diversidad en este campo. A nivel social las representaciones de estas religiones, sobre todo las difundidas en los medios de comunicación, han nutrido los imaginarios que hacen verlas como anomalías de primitivos, de ignaros, de crédulos; o como indicadores de crisis económicas e incluso de “valores.” A pesar de ello su atractivo no parece disminuir, y aunque cualitativamente la etnografía nos demuestra su crecimiento, cuantitativamente resulta todavía difícil aproximarnos a una cifra nacional más o menos fiable.
Entre el Censo del 2000 y el del 2010, como reflejo de las reflexiones conjuntas del INEGI con algunos investigadores de la RIFREM[2] y el Consejo Nacional para prevenir la Discriminación (CONAPRED), el clasificador de religiones fue ampliado y modificado. Fue a raíz de estos encuentros que se decidió crear la categoría Raíces étnicas –ante la imprecisión de las categorías Nativista y Ocultismo– definida de acuerdo con el documento respectivo del INEGI como “Doctrinas emanadas de poblaciones étnicas y por tanto, su esencia es multivariada; se incluyen movimientos de mexicanidad, rastafarismo y religiones de “origen afro.”[3]
La recién creada categoría “origen afro” y que pertenece a Otros credos cuenta a nivel nacional con un total de 7,204 afiliados. Este registro aunque es un avance en materia de la visibilización de la diversidad a nivel censal, difícilmente puede considerarse una cifra precisa de los adeptos de las religiones de origen afro, debido a que sus practicantes –particularmente los de la santería, el palo monte, el candomblé y la umbanda- a menudo practican y se identifican también como católicos, o bien como espiritistas, espiritualistas trinitarios marianos, entre otras adscripciones.
1. Sinónimos de la Categoría ORIGEN AFRO |
Origen Afro |
Akan |
Batuque |
Candomble |
Casa de Mina |
Catimbo |
Culto a Ifa |
Macumba |
Orixa |
Pajelanca |
Quimbanda |
Regla de Ocha |
Santería |
Umbanda |
Vudú |
Xangó |
Yoruba |
Fuente: INEGI. Solicitud estadística especial. Censo 2010 |
En lo que respecta a la clasificación de los sinónimos que ofrece el censo sobre dicha categoría, cabe subrayar que ésta no es aún lo suficientemente fina (Ver Cuadro 1). Por ejemplo, la santería y Regla de Ocha podrían ser clasificadas en una sola, pues su diferencia sólo es denominativa. El Culto a Ifá es un sistema complementario de la misma en México. El palo monte por su parte, no figura en la lista a pesar de ser ampliamente practicado entre santeros. El censo tampoco permite dar cuenta de la complementariedad entre las mismas variantes de estas religiones “afro”, un rasgo que a menudo viene de origen y que en México viene a reforzarse y a ampliarse. De esta forma, la complementariedad del palo monte y la santería observada en Cuba se mantiene en México y se amplía con religiones como el espiritualismo trinitario mariano. O bien, entre los que se adentran en el candomblé nunca falta quien haya comenzado por la santería o viceversa y que en la práctica construyan ciertas “complementariedades” que quizá ni en Brasil ni en Cuba se observan. Aunado a lo anterior, la investigación social sobre las religiones afroamericanas en México apenas comienza a hacer camino, lo que significa que no se cuenta con los suficientes estudios cualitativos que nos permitan dialogar más a fondo con las estadísticas –también primerizas- de su presencia y expansión en México.
Sin embargo, los datos censales en conjunto con algunos de los estudios sobre estas religiones en México, perfilan algunos hallazgos. El primero de ellos es que estamos ante religiones que han florecido sobre todo en ámbitos urbanos. Se confirma que la CDMX y sus zonas connurbadas con el Estado de México, constituyen el área en la que se concentra el mayor número de sus adeptos. En segundo lugar, se constata que la presencia de estas religiones ha comenzado a expandirse más allá de las tres principales ciudades del país (México, Guadalajara y Monterrey) y hoy están presentes en todo el territorio nacional. En tercer lugar, si bien no podemos dejar de lado el aspecto migratorio en la divulgación de estas religiones en México, tampoco podemos reducir el fenómeno a una cuestión de movilidad física de “transmigrantes”, en todo caso es la circulación en varios sentidos (vgr. mexicanos a Cuba; mexicanos a Miami; santeros de Miami a México…) y en diversos contextos (Cuba, México, Venezuela, Colombia, Brasil, Nigeria), lo que ha tenido un mayor peso en su expansión en México y en diversos países de América Latina.
Referencias
De la Torre, R., Gutiérrez C. (2007). Atlas de la Diversidad Religiosa en México, México: CIESAS.
Juárez Huet, Nahayeilli B., 2014 “Religiones afroamericanas en México: hallazgos de una empresa etnográfica en construcción”, en Revista Cultura y Religión, Vol. VIII/ Nº1/enero-junio 2014/pp.219-241.
[1] En 1992 surge la figura jurídica de la Asociación Religiosa a través de la cual se da el reconocimiento de la expresión de la fe de manera colectiva.
[2] Red de Investigadores sobre el Fenómeno Religioso en México http://www.rifrem.mx
[3] Panorama de las religiones en México, 2010. INEGI, 2011, p. 269