Retos metodológicos para el estudio de la reconfiguración en México

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Cristina Gutiérrez Zúñiga

El Colegio de Jalisco

En años recientes, México ha estado experimentando una veloz transformación del campo religioso. El principal síntoma es la diversificación de religiones, que ha sido detectado por los resultados censales (De la Torre, R., Gutiérrez C., 2007). El cambio religioso se experimenta en el descenso de la población católica, y el ascenso tanto de religiones no católicas, en especial cristianas y evangélicas, como de desafiliación religiosa. Sin embargo, el cambio religioso no se limita a la adhesión confesional vinculada a la conversión y pertenencia a denominaciones o religiones, pues cada vez más la religiosidad se practica fuera o en los márgenes de las instituciones o religiones. A este fenómeno, que es efecto de la globalización en la modernidad tardía y no de la secularización (Casanova, 2001), se le reconoce como tendencia a la desinstitucionalización y subjetivación de las creencias.

Desde hace unas décadas varios investigadores mexicanos dedicados al estudio de la religión en México[1] hemos participado en proyectos de investigación colectivos con cobertura nacional para aportar una visión de conjunto sobre las dinámicas de la diversidad religiosa y las recomposiciones que el campo religioso está experimentando en diferentes regiones y localidades.

En México se cuenta con los resultados sobre adscripción religiosa en el Censo Nacional de Población, datos que son un importante instrumento para atender tendencias sociodemográficas a escala nacional (Gutiérrez, C., De la Torre, R., 2017). Sin embargo, debido al carácter disperso y minoritario de las religiones no católicas, estos datos no permiten atender fenómenos de cambio al interior de las categorías denominacionales. Por su parte, no existen estudios a escala nacional sobre identificaciones transversales que permitan atender las recomposiciones internas de los grupos religiosos a escala nacional, ni que permitan comparar sus principales rasgos y tendencias regionales. Por ello se hace relevante estudiar las tendencias a la diversidad religiosas para entender los procesos de socialización y los patrones de la multiculturalidad. Se parte de los supuestos de que el cambio religioso en México se experimenta con diferencias regionales, pero que a su vez su recomposición territorial incide redefiniendo regiones; el cambio no se limita a las adscripciones religiosas, sino también en las formas de creer, valorar y practicar que cada vez responden a modalidades transversales, fluidas, y dinámicas.

El estudio de los resultados de los diseños y las tendencias encontradas recientemente en otros países latinoamericanos fueron incorporados en el diseño del guion de encuesta y en una propuesta metodológica que permita atender:

  1. las trayectorias de movilidad entre adscripciones religiosas y de multireligiosidad;
  2. los grados de compromiso;
  3. la reconfiguraciones entre las creencias y las adscripciones;
  4. las reconfiguraciones entre las prácticas y las adscripciones; y
  5. los nuevos espacios sociales de repercusión de la religión: las opiniones y posturas asumidas con respecto a laicidad, libertades laicas, derechos humanos y cultura de la pluralidad religiosa.

Descripción del diseño muestral

La muestra se diseñó para lograr la comparabilidad entre

  1. Los principales grupos religiosos de acuerdo al censo 2010 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) (católicos, protestantes y evangélicas, bíblicas diferentes de evangélicas (Testigos de Jehová, Mormones y Adventistas) y Sin religión. Supuso la exclusión de los grupos no cristianos, como musulmanes o judíos, por su escasa significatividad estadística).
  2. La condición urbano/rural del país.
  3. Las regiones, definidas de acuerdo a su grado de cambio religioso se diseñaron a partir del análisis de los datos censales de Inegi propuestas por Alberto Hernández y Carolina Rivera (2009), que se pueden apreciar en el siguiente mapa con el cual armamos las regiones de estudio a partir de los índices de cambio religioso

La población mexicana asciende a 109’642,557 personas. El universo de estudio consistió en cuatro grupos de población mexicana de acuerdo a su adscripción religiosa. Se calculó una muestra de 3000 casos, con un nivel de confianza del 95% y un error estadístico de +- 2.5% . La muestra proviene de 155 municipios en las 32 entidades federativas del país. La técnica de muestreo fue submuestreo aleatorio estratificado y selección proporcional por tamaño. El levantamiento de la información fue domiciliario, con aplicación del cuestionario cara a cara, garantizando el anonimato del entrevistado. Se realizó del 29 de octubre al 30 de noviembre. La composición de la muestra se puede ver en la bitácora de Yasodhara Silva publicada en este mismo número.

Para lograr la representatividad de los grupos no católicos se requirió de una estrategia de sobrerrepresentación, a fin de lograr submuestras estadísticamente sólidas para la comparación entre grupos. El reporte de los datos nacionales fue ponderado de acuerdo con la distribución aproximada de la pertenencia religiosa de acuerdo a los datos más recientes del Censo Nacional, los de 2010, en la cual la membresía al catolicismo alcanza 82.7%, dejando a los otros grupos con porcentajes minoritarios que dificultan un estudio de significancia estadística para apreciar sus contornos y perfiles internos. La distribución porcentual de adscripción religiosa del censo 2010 se puede ver en el siguiente gráfico.

Por nuestra parte, se diseñó una muestra representativa de los grupos religiosos ponderada que quedó como se indica en el siguiente gráfico.

Por su parte, el cálculo de la muestra para la representación de la condición urbano/rural estableció porcentajes distintos para cada región, siendo la más alta la región centro con 84% de población urbana, y la más baja la Pacífico Sur-Sureste, con 63% de población urbana.

Descripción de la muestra en términos de condición rural/urbana, etnicidad, estrato socioeconómico, edad y escolaridad

La descripción de la muestra de acuerdo a indicadores sociodemográficos es la siguiente:

  1. Nivel socioeconómico: La muestra se categorizó de acuerdo con la regla AMAI orientada a la clasificación de hogares mexicanos de acuerdo a su bienestar patrimonial. Esta regla produce un índice que clasifica a los hogares en cinco niveles (bajo, medio bajo, medio, medio alto y alto), considerando ocho características del hogar así como la escolaridad de la persona que más aporta al gasto [2]
  2. Escolaridad: con el fin de realizar los cruces de información por escolaridad se recodificó en cinco categorías de respuesta (primaria, secundaria, preparatoria o carrera técnica, licenciatura.
  3. Etnicidad: del total de la muestra, 32.7% se considera a sí mismo indígena. Sin embargo, sólo el 8.9% habla alguna lengua indígena. La lengua más frecuente fue el náhuatl, el grupo étnico más importante del país, con 77 casos, que significan un 2.5 de la muestra total.
  4. Sexo: la muestra se compuso de 1501 mujeres y 1499 hombres, es decir, cada sexo comprende 50% del total. Edad: la muestra se codificó en 6 categorías con base en los años cumplidos al momento de levantamiento de la encuesta para construir los rangos.

Los indicadores socioeconómicos permitirán un análisis multivariado para atender la manera en que el cambio religioso, con sus matices y perfiles, se hace más probable entre ciertas condiciones y grupos sociales.


Referencias
Casanova, J. (2002). “La religión, el nuevo milenio, y la globalización”. En Sociología de la religión, Vol. 62, No. 4, pp 415-441.

De la Torre, R., Gutiérrez C. (2007). Atlas de la Diversidad Religiosa en México, México: CIESAS.

Gutiérrez, C., De la Torre, R. (2017). “Los datos del censo nunca es suficiente: Cómo hacer visible la diversidad religiosa en México”, en Social Compass, Vol. 64, No. 27: pp. 247-261.

Hernández, A., Rivera, C. (2009). Regiones y religiones, COLEF, México.


[1] La Red de Investigadores del Fenómeno Religioso en México (RIFREM) es una de las redes académicas más consolidadas a nivel nacional. Con veinte años de vida, ha realizado 20 encuentros anuales. Ha sido la plataforma de diferentes proyectos colectivos con repercusiones nacionales e internacionales, así como de más de 20 publicaciones colectivas.

[2] Las ocho variables son: escolaridad del jefe del hogar o persona que más aporta al gasto, número de habitaciones, número de baños completos, número de focos, número de autos. Posesión de regadera, Posesión de estufa, Tipo de piso. Se asigna una puntuación a cada variable, para generar siete niveles, que por orden de bienestar son AB, C+, C, C-,D y E. quedando un total de 7 niveles socioeconómicos. Sin embargo, debido al escaso tamaño en los niveles extremos, el nivel extremo inferior (E) se une con el nivel inmediato contiguo (D); se aplica el mismo tratamiento para el nivel extremo superior (AB) y su contiguo (C+). La documentación de esta regla en extenso puede consultarse en www.amai.org.