Un proyecto y un encuentro. Una experiencia de investigación sobre adolescencias indígenas

Gonzalo A. Saraví

CIESAS Ciudad de México

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Siempre consideré que lo profesional y lo personal no debían mezclarse, que un ámbito no debe ser excusa del otro, que cada uno tiene sus reglas, y que los elementos que son propios de un campo no deberían contaminar a los del otro. Y así, mi primera pregunta frente a la pantalla en blanco fue: ¿Cómo encarar este texto? ¿Sobre qué debería escribir? ¿Sobre las contribuciones teórico-metodológicas de la investigación sobre adolescencias indígenas que realizamos con la Dra. Bertely o sobre lo que significó conocer a la colega y amiga María? Cualquiera de las dos opciones, sin embargo, me dejaba en deuda con María Bertely. Por eso este texto es de naturaleza distinta, situado en las fronteras entre los dos ámbitos que siempre intenté mantener separados. Es un texto sobre un proyecto y sobre un encuentro.

A mediados de 2010 iniciamos un proyecto de investigación patrocinado por Unicef México sobre “Ciudadanía y Adolescencia en Poblaciones Indígenas de México”, el cual sería coordinado por María Bertely y quien escribe, junto con la colaboración de Pedro Abrantes da Silva, un colega del Instituto Universitario de Lisboa, que por aquel tiempo realizaba una estancia como investigador huésped en ciesas. Se trató de una investigación a nivel nacional, que incluso incorporó la experiencia de adolescentes indígenas migrantes residentes en Estados Unidos, y que nos planteó desde el inicio un sinfín de desafíos teóricos, metodológicos y logísticos. Para mí, tales desafíos eran motivo de preocupación y hasta de cierta angustia; para María, en cambio, de entusiasmo y energía. Esto ya mostraba desde el inicio nuestros diferentes perfiles.

En términos teóricos el mismo planteamiento del proyecto suponía una serie de cruces, dilemas y discusiones: ¿Cómo explorar en poblaciones indígenas la experiencia y el sentido de un concepto de profunda raíz occidental como el de ciudadanía? ¿Es posible pensar para estas poblaciones en una condición adolescente como etapa del curso de vida y proceso de construcción subjetiva? ¿Qué contenido puede asumir la ciudadanía —por lo general asociada en términos jurídico-legales a la mayoría de edad en la adolescencia? Los ejes que estructuraban el proyecto original parecían confrontados entre sí, y desde algunas posiciones, hasta contradictorios e incompatibles.

Si los resultados de la investigación, y la experiencia misma de su desarrollo, resultaron pioneros en este campo y profundamente innovadores, en parte ello puede atribuirse a haber transformado precisamente esos dilemas en las preguntas mismas que orientaron la investigación. Agregamos otras dos, más clásicas pero no menos provocadoras: ¿Qué representa la identidad indígena para los adolescentes? y ¿Cómo interviene esa identidad en la experiencia de la ciudadanía? El resultado fue una investigación exploratoria que aportó una gran riqueza de información etnográfica para, en una especie de grounded theory no planeada, diacrónica y colectiva, contribuir a reflexionar y repensar esas tensiones teóricas. Retrospectivamente, pienso que en el legado de María Bertely “Ciudadanía y Adolescencia en Poblaciones Indígenas de México” debería contarse como una investigación que supo combinar perspectivas impensadas —o prohibidas— y abrir o facilitar, por esa misma irreverencia, nuevas rutas de investigación.

No es la pretensión de este texto reproducir hallazgos que pueden encontrare en las publicaciones derivadas del proyecto, algo que el espacio disponible impediría. Pero me interesa enfatizar que dichos hallazgos se caracterizaron por el reconocimiento de matices, e incluso de tensiones irresueltas en la experiencia vivida, que la academia invisibiliza o resuelve priorizando uno u otro extremo. Hallamos que adolescencia es una palabra que no existe en muchas lenguas indígenas, ni suelen usarla tampoco en español; muchacha o muchacho son los términos más cercanos, y contrario a lo que asociamos con esta edad, para las comunidades indígenas no es una etapa de moratoria social sino de adquisición de nuevas responsabilidades y obligaciones. Pero al mismo tiempo, hay un emergente reconocimiento de prácticas y experiencias propiamente adolescentes: estudiar, escuchar y tocar música moderna, asistir a fiestas y bailes, practicar deportes, salir con amigos, los noviazgos, el internet, las redes sociales y las nuevas tecnologías, se asocian cada vez más con este periodo de la vida. Aprendimos a distinguir la pobreza socioeconómica, el incumplimiento de derechos, la discriminación y abusos de poder que enfrentan los adolescentes indígenas, de otros aspectos sociales, como el sentido de pertenencia territorial, los lazos comunitarios e intergeneracionales, o la identidad con el entorno natural, entre otras, que favorecen un buen vivir ausente o en crisis en muchas adolescencias occidentales. Reconocimos que el apego al territorio y la comunidad, la cercanía de los lazos familiares e intergeneracionales, o la valorización de la lengua y las propias pautas culturales, son atributos que coexisten en estos adolescentes con demandas por mayor voz y participación, y críticas a las relaciones de poder generacionales y de género que priman en muchas de sus familias y comunidades; también observamos que estas mismas familias y comunidades no están exentas de conflictos y tensiones derivados de la emergencia de un sujeto social que enfrenta riesgos, como la violencia y las adicciones, y que plantea nuevos desafíos. Hoy pueden ser aspectos conocidos, pero en su momento fueron el resultado del diálogo, comprometido y sincero, con María desde perspectivas distintas.

Diseñar una estrategia metodológica que nos permitiera explorar aquellas preguntas representaba un desafío aún mayor. ¿Cómo dar cuenta de la heterogeneidad de las adolescencias indígenas? ¿Cómo explorar temas ajenos y distantes de los discursos y prácticas de los propios participantes? ¿Cómo investigar lo que supuestamente no existe? María Bertely tenía una gran confianza, pero también una gran habilidad y expertise, para lo que yo definiría como una metodología del hacer. Por momentos sentí pánico, pero María convencía y entusiasmaba. La seguí, aprendí, y aporté el diseño y la sistematización de una estrategia. Así surgieron los paai: Proyectos de Autoría Adolescente Indígena.

María Bertely tenía una gran capacidad para convocar, apostaba permanentemente al trabajo participativo y colaborativo, y gozaba de una enorme sensibilidad y creatividad artística. Todos estos atributos, de ella y gracias a ella, están en los paai. Resignificamos la ciudadanía más allá de su contenido formal, adultocéntrico y neoliberal, y dijimos que ciudadanía es hacer, expresar, dialogar, acordar y colaborar (algo que María practicaba de manera permanente); hoy agregaría que también formaba parte de aquella reconceptualización de la ciudadanía el reconocimiento y respeto del otro. No éramos ingenuos; cada uno a su manera, compartíamos un mismo compromiso ético-político para dar voz y crear estos escenarios de ciudadanía para quienes habitualmente no los tienen. Entre paréntesis, cabe señalar que si bien el proyecto perduró por más de un par de años, María siempre pensó (algo que la angustiaba mucho) que nuestros intentos por darle continuidad fueron abortados precisamente por el desdén y rechazo de las estucturas de poder vigentes a que se siguiesen gestando ese tipo de espacios.

Construimos un equipo de trabajo muy grande en el que había diferentes actores: enlaces que nos permitieron el acercamiento y presentación con las diversas comunidades indígenas, facilitadores mayoritariamente jóvenes que trabajaron directamente con los adolescentes y elaboraron informes sobre cada experiencia, y colaboradores artísticos que apoyaron a cada grupo de adolescentes con sus respectivos paai. El proyecto se desarrolló en 13 comunidades indígenas distintas, en contextos muy diversos (rural y urbano, de conflicto, de migración nacional e internacional, del norte y sur del país, etcétera), y en total participaron más de 250 adolescentes indígenas. En un periodo de dos meses, grupos de adolescentes en cada una de estas 13 comunidades organizaron, discutieron y reflexionaron sobre los temas del proyecto, y elaboraron un producto en el que a través de diferentes lenguajes (obras de teatro, cortometrajes, canciones y música, fotoclips, cartas, y documentales) expresaron sus propias ideas y sentimientos sobre los temas del proyecto. Los resultados fueron maravillosos y son una muestra de las contribuciones que nos deja María Bertely en el campo de las metodologías no tradicionales y participativas. La investigación se convirtió en sí misma en una experiencia única de ciudadanía que, aun en los contextos más adversos, supo generar el entusiasmo y compromiso de los adolescentes en un proyecto común y propio, refutando los prejuicios de abulia, apatía e indiferencia que suele atribuírseles. María Bertely acuñó por aquel entonces la idea de la autoría como ciudadanía, algo en lo cual aún hoy sigo pensando.

La logística para desarrollar exitosamente un proceso de tales dimensiones nos exigió organizar, enfrentar y resolver innumerables retos. De más está decir, que resultaría muy aburrido y desafortundo consumir el poco espacio que me queda en una descripción de esos aspectos (aunque también debo decir que María siempre insistía que debíamos registrar la forma en que habíamos procedido a lo largo de todo ese proceso, algo que nunca hicimos a cabalidad). Pero me interesa remarcar nuevamente dos cualidades más de María Bertely que lo hicieron posible. Una de ellas, su capacidad para combinar o ensamblar lo diferente: diferencias disciplinares, de lenguajes, de perfiles. María era una gran articuladora. La otra cualidad, su capacidad para construir redes o, como supongo que preferiría decir ella misma, para sembrar y poder regresar. Sin esas virtudes de María el proyecto hubiese sido definitivamente inviable.

En 2010 llevaba poco más de siete años en ciesas y María Bertely había sido ya titular de la Dirección Académica de la institución, aun así, la relación entre ambos era mínima; podría decir que no nos conocíamos. Este proyecto sobre adolescencias indígenas nos brindó esa oportunidad de encuentro y nos permitió construir una relación profesional y de amistad entrañable. La riqueza que dejó el proyecto no hubiese sido la misma de no ser por un sinfín de cualidades personales de María y de esa empatía que encontramos trabajando juntos.

Nuestras perspectivas diferían en muchos aspectos, pero María tenía cualidades como la honestidad, la sinceridad y el compromiso que habilitaban al diálogo y la colaboración. Eso nos permitió enriquecernos mutuamente y hacer una investigación realmente colectiva; en sus resultados hay cosas de uno y de otro, pero no en capítulos o párrafos sucesivos y separados sino entrelazadas en ideas y argumentos.

Nuestras formas de ser también eran diferentes en muchos aspectos, pero el respeto mutuo y la ausencia de egoísmos potenció esas cualidades y su complementariedad. María tenía una gran habilidad creativa y constructiva, una particular sensibilidad artística, y una forma de trato muy especial que dejaba transmitir sus emociones. Disfruté de todas esas condiciones únicas de María.

Pero la posibilidad de trabajar juntos nos permitió darnos cuenta que a pesar de las perspectivas distintas, a pesar de las formas de ser diferentes, también teníamos un montón de coincidencias y posicionamientos comunes. No puedo cerrar este texto sin expresar el inmenso afecto que siento por María, y lo mucho que disfruté este proyecto y, sobre todo, este encuentro.      


Algunos productos:

Bertely Busquets, María, Saraví, Gonzalo A. y Abrantes, Pedro (coords.), 2011, Voces de jóvenes indígenas: adolescencias, etnicidades y ciudadanías en méxico, Ciudad de México, Unicef/ciesas.

Bertely Busquets, María, Saraví, Gonzalo A. y Abrantes, Pedro, 2012, Panorama de la adolescencia indígena en México desde una perspectiva de derechos, Ciudad de México, Unicef/ciesas.

Bertely Busquets, María, Saraví, Gonzalo A. y Abrantes, Pedro, 2013, Adolescentes indígenas en méxico: derechos e identidades emergentes, Ciudad de México, Unicef/ ciesas.

Saraví, Gonzalo A., Abrantes, Pedro y Bertely Busquets, María, 2014, “Rights and indigenous adolescence in Mexico. New subjects, new dilemmas”, The International Journal of Children’s Rights, 22 (2): 313-338.