Personal Shopper (EUA, 2016)

Karla Paniagua

Olivier Assayas escribe y dirige la historia de Maureen, una joven que vive en París, donde trabaja como personal shopper de mujer que le inspira sentimientos encontrados. Pasa los días comprando vestidos y accesorios para su clienta, que es famosa y adinerada.

En su tiempo libre, Maureen visita la antigua casa de Lewis, su difunto hermano, de quien espera una señal. Tanto él como Maureen se consideran capaces de comunicarse con espíritus, por lo que han hecho la promesa de ponerse en contacto después de la muerte de cualquiera de los dos.

A lo largo de la película, la protagonista recibe diversas señales del más allá y del más acá, por decirlo de algún modo. Ese cúmulo de señales se entreveran con el dolor de la pérdida, haciendo que Maureen pierda el norte.

La narración es desconcertante y quizás esa es una de sus mayores virtudes, pues logra retratar la confusión que los deudos experimentan ante la pérdida de los seres queridos.

Además de explorar de manera profunda la experiencia del duelo, Assayas sabe plantear preguntas cruciales para el ejercicio antropológico: ¿a qué le tememos?, ¿qué nos causa dolor?, ¿en qué creemos?, ¿qué anhelamos? Preguntas que pese a plantearse de manera subjetiva, al ser mediadas por la experiencia lingüística tienen respuestas de carácter social.

Les recomiendo mucho Personal Shopper. Si les dan miedo las películas de fantasmas, será mejor que la vean en buena compañía.