Reconocimiento a mi trayectoria académica en el campo de la Historia de la Educación (1973-2018)

Paseando en Torrey Pines, después de participar en el International Colloquium of History of Women and Gender in Mexico. University of California, San Diego, marzo, 2017.

Luz Elena Galván Lafarga

MIÉRCOLES 28 NOV 2018

Algunas palabras

Desde que inicié mi labor como historiadora (1973) en el Departamento de Investigaciones Históricas del INAH en el Castillo de Chapultepec, al lado del Dr. Enrique Florescano, estuve inscrita en un Seminario de Historia de la Educación.

De la mano del Dr. Florescano aprendí el “oficio de ser historiadora”. Él me enseñó desde cómo hacer una ficha de trabajo en una tarjeta, hasta cómo redactar un informe. A mediados de ese año, llegó el Dr. Guillermo de la Peña a coordinar el Seminario de Historia de la Educación cuya dirección había estado a cargo del Dr. Florescano. De esa forma, tuve la posibilidad de adquirir nuevos aprendizajes.

Sirvan estas líneas para agradecerle tanto al Dr. Enrique Florescano como al Dr. Guillermo de la Peña, todas sus enseñanzas.

A principios de 1974, el Doctor de la Peña nos ofreció a quienes así lo quisiéramos un cambio de institución ya que se acababa de abrir el Centro de Investigaciones Superiores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (CISINAH) en septiembre de 1973.

Fue así como en febrero de 1974, varios miembros del Seminario de Historia de la Educación (entre otras Manola Sepúlveda y Paty Greaves) dejamos las bellas e inolvidables instalaciones del Castillo de Chapultepec, para trasladarnos a una hermosa casa en Tlalpan: La Casa Chata, que en esos años albergaba al CISINAH. Por ello yo les solicité a los colegas que hoy me organizan este reconocimiento que se llevara a cabo, precisamente, en Casa Chata, a donde llegué hace ya 44 años.

Mis investigaciones, desde entonces, se han enfocado al tema de la Historia de la Educación. He investigado, especialmente, sobre el Magisterio, la Infancia y los Libros de texto, en un arco temporal que va de 1870 a 1940, aproximadamente.

Algunos de estos temas son los que se han tratado en el Seminario de Historia de la Educación del CIESAS, que he coordinado desde 1988 a la fecha (30 años). Seminario del que han salido varias publicaciones como ya se mencionó. Por ello a todos sus integrantes agradezco mucho este reconocimiento.

Así mismo, mi labor como docente desde 1975 a la fecha, ha girado, en especial, en derredor de esta temática. De aquí que me de mucho gusto ver a algunas de mis alumnas y alumnos de diversas instituciones, que hoy me acompañan

El CIESAS me ha brindado la posibilidad de ir ampliando mis aprendizajes. Uno que mucho agradezco es que he podido trabajar el presente y el pasado, lo cual no es fácil ni común entre las y los historiadores. Lo he logrado gracias a la cercanía con colegas que trabajan temas actuales como: Beatriz Calvo, Ma. Eugenia Vargas, María Bertely y Susan Street, investigadoras y amigas de siempre.

Al mismo tiempo, aprendí de la mano de Mireya Lamoneda (q.p.d), la posibilidad de enseñar la historia de otra forma, de una forma agradable tanto para el magisterio como para alumnas y alumnos. Con Tere Carbó aprendí el valor que tiene una fotografía como documento, y la forma de acercarme a ella para leerla.

La investigación desde la historia social, la cultura escrita o la cultura escolar, ha sido otro de mis aprendizajes a través de diversas lecturas que he puesto en práctica en varios de mis estudios.

Otro más, ha sido el aprender cómo buscar a maestras y maestros de ayer, así como a los libros que escribieron. Para ello he caminado por librerías de viejo y he hurgado en diversas bibliotecas. Junto con el magisterio, también he empezado a encontrar a la infancia a la que le transmitieron sus saberes. Niñas y niños decimonónicos que han dejado muy pocas huellas, por lo que su búsqueda ha sido muy lenta.

Finalmente, el trabajo en equipo, con base en el Seminario de Historia de la Educación del CIESAS, ha sido un aprendizaje que, poco a poco he ido logrando no sólo por medio de su organización, sino también coordinando los artículos que han salido de las plumas de sus integrantes, los cuales han terminado formando parte de algún libro. Para lograrlo, hay que aprender a respetar sus ideas e iniciativas.

Sin embargo, no todo durante estos años ha sido amable y sin problemas. Por un lado, están los problemas cotidianos, pero por otro de pronto y sin avisar se presentan problemas más graves relacionados con la salud.

Por ello, hoy que ya concluyeron los largos días y las eternas noches en el hospital, antes y después de la operación en la que me intervinieron para extirpar un tumor, y también debido a la conclusión de las interminables tardes de quimioterapias, solamente me queda agradecer.

Agradezco a Jaime, mi marido, por estar siempre a mi lado, así como a mis hijas, Ana Paula y Mónica y a mis yernos, y por supuesto a mis hermanas, Ceci y Rosita, a mis hermanos, Pepe y Roberto, a mis cuñadas, Mary y Margarita, a mis sobrinas y sobrinos. Mucho agradezco a las autoridades del CIESAS que me dieron la posibilidad de recuperarme. Agradezco a todas mis amigas, amigos, alumnas y alumnos quienes, de diversas formas me dieron muchas muestras de cariño y solidaridad, acompañándome durante todo este proceso.

Agradezco también a quienes se tomaron la molestia de organizar este reconocimiento: a Oresta alumna, colega y amiga, a Beatriz, colega y amiga de siempre, a Lucía colega del Seminario y gran amiga, a Mónica, alumna, colega y hoy día presidenta de la SOMEHIDE que yo fundara hace 18 años, así como a mi hija Mónica quien elaboró el video junto con Lucía.

No tengo palabras con qué agradecer a Dios, a los médicos que me atendieron durante estos meses, y a los avances de la medicina que me han permitido estar de nuevo con todas y todos ustedes. Es un reconocimiento no sólo académico, sino ¡un reconocimiento a la VIDA!

Muchas gracias a todas y a todos por su compañía esta mañana.

Ciudad de México. 28 de noviembre del 2018.

Nota del editor: redacción del documento original.